ESTO ES MÍO… MÍO!!

¿CÓMO SE FORMA EL SENTIMIENTO DE PROPIEDAD EN LOS NIÑOS?, ¿Y EN LOS ADULTOS?, ¿SON TODAS LAS CULTURAS IGUAL DE POSESIVAS?

El concepto de posesión se desarrolla a temprana edad y a lo largo de la vida usamos los objetos para expresar nuestra propia identidad. Este sentimiento parece asentarse, en parte, en mecanismos cerebrales que evalúan las potenciales ganancias y pérdidas según el significado emocional que nos representan. En las culturas occidentales, los humanos tratan a los objetos como extensiones de sí mismos, lo cual explica por qué algunas personas reaccionan de forma exagerada ante la pérdida o el daño a las pertenencias personales  (Kanngiesser P,  Gjersoe N y Hood B 2010).

El origen de la pronta atadura de un objeto preferido de los niños de países occidentales se debe probablemente a que se les insta a dormir solos a temprana edad. Los críos encuentran mantas o animales de peluche en la cuna, los cuales usan para consolarse a sí mismos. Al parecer, los objetos con los que se crea este tipo de vínculo resultan menos frecuentes en Japón, donde los niños duermen con su madre hasta la mitad de la infancia. En un estudio realizado en 2003, que comparaba las costumbres culturales entre niños y niñas japoneses y occidentales, el 38% de los niños japoneses estudiados disponía de esta clase de artilugios, frente al 60% de los niños occidentales estudiados (Hobara M, Fujiwara H, Clark W, et al. 2003).

Como apuntaba el psicólogo William James, alrededor de 1890, el yo del hombre se forma a partir de todo lo que interpreta como suyo, no solo su cuerpo y su mente, también sus posesiones materiales.  Puesto que las personas se definen, en parte, en base a sus pertenencias, perciben a menudo la pérdida de estas como humillante. Las posesiones también expresan las preferencias personales. Las personas compran los productos que, en su opinión, reflejan las cualidades con las que le gustaría verse asociadas. Los publicistas explotan dicha tendencia desde hace años: cuanto más éxito logra una marca, mayor es el vínculo emocional al producto en cuestión (James W 1890). 

El “efecto de dotación” es un concepto que ha ido tomando forma a lo largo de una serie de investigaciones similares. En ellos suelen utilizarse objetos idénticos que se reparten a los participantes a cambio de un pequeño precio (3 ó 4 €), después se solicita a los probandos que vendan sus objetos entre ellos y se observa la oferta y la demanda de la mercancía. El resultado suele dar poca actividad comercial. ¿Por qué? La discrepancia entre los precios de oferta y demanda parece ser la causa: los participantes elevan más el valor de sus propios objetos que el que están dispuestos a pagar por los objetos idénticos de los demás, lo cual incrementa los precios de venta y disminuye los de compra. Este efecto de valorar más lo que uno tiene se conoce como “efecto de dotación”. La sola posibilidad de poseer un determinado objeto provoca que se valore más el producto, sobre todo si el interesado ha tenido la oportunidad de manipularlo antes de su compra (Kahneman D, Knetsch J y Thaler R 1991). Además, se ha demostrado que el precio de venta que pone el participante es mayor cuanto más tiempo ha tenido para observar el objeto (Van Dijk E, y Van Knippenberg D 1996). Una explicación aceptada del “efecto de dotación” es que refleja la aversión a la pérdida. Según esta teoría, destacada por Daniel Kahneman y sus colaboradores, las personas consideran que la pérdida es menos deseable que una ganancia del mismo valor (Kahneman D, Knetsch J y Thaler R 1991). Dicho de otro modo, tememos más a las pérdidas de lo que nos alegramos ante las ganancias. 

Un estudio de 2008 ha mostrado patrones de actividad neuronal compatibles con la idea de que las reacciones emocionales ante pérdidas y ganancias potenciales alimentan el efecto de dotación. Los hallazgos con neuroimagen aportan un sustento biológico a la aversión a la pérdida; la discrepancia entre el valor percibido y el precio de venta que se ofrece produce una respuesta negativa. En definitiva, no se trata simplemente de sesgos que desarrollamos hacia los objetos que nos pertenecen, también nos sentimos mal por venderlos a un precio inferior del que consideramos adecuado (Knutson B, Wimmer G, Rick S, et al. 2008).

Como comentábamos al principio del artículo, el concepto de posesión se desarrolla a temprana edad. Acorde con esta afirmación, algunos estudios sugieren que el efecto de dotación ya se manifiesta en los niños de seis años. Este fenómeno sugiere que se trata de un mecanismo básico de la cognición humana (Harbaugh W, Krause K y Vesterlund L 2001).  Además, de acuerdo a lo escrito anteriormente, el efecto de dotación no se desarrolla de la misma forma en todas las culturas. En esta línea encontramos algunos resultados, un ejemplo de ello es un estudio publicado en 2010, en el que Maddux y sus colaboradores concluyeron que el efecto de dotación no destaca entre los estudiantes universitarios del este de Asia en comparación con estudiantes occidentales. Según argumentaron, la cultura occidental es más individualista, por lo que quizá produzca un mayor vínculo hacia los objetos, a modo de extensión del yo. Tal necesidad representa un proceso psicológico crucial que modela la manera en que nos vemos nosotros mismos y a los demás (Maddux WYang HFalk C, et al. 2010).

REFERENCIAS

Harbaugh W, Krause K, Vesterlund L. Are adults better behaved than children? Age, experience, and the endowment effect. Economics Letters 2001; 70:175-181.

Hobara M, Fujiwara H, Clark W, Wharton R. A translation of the Multidimensional Affect and Pain Survey (MAPS) from English to Japanese. Gan To Kagaku Ryoho 2003; 30:721-9.

James W. Principles of Psychology. London McMillan and Co 1890.

Kahneman D, Knetsch J y Thaler R. Anomalies: The Endowment Effect, Loss 

Aversion, and Status Quo Bias. The Journal of Economic Perspectives 1991; 5:193-206.

Kanngiesser P,  Gjersoe N y Hood B. The effect of creative labor on property-ownership transfer by preschool children and adults. Psychol Sci 2010; 21:1236-41. 

Knutson B, Wimmer G, Rick S, Hollon N, Prelec D, Loewenstein G. Neural antecedents of the endowment effect. Neuron 2008; 58:814-822. 

Maddux WYang HFalk CAdam HAdair WEndo YCarmon ZHeine J. For whom is parting with possessions more painful? Cultural differences in the endowment effect. Psychological Science 2010; 21:1910-1917.

Van Dijk E, y Van Knippenberg D. Buying and selling exchange goods: Loss aversion and  the endowment effect. Journal of Economic Psychology 1996; 17:517-524.