¿TE GUSTA CONDUCIR?

“Conducir es la actividad más compleja que una persona puede afrontar en la vida cotidiana, a menos que se dedique a la neurocirugía” (Tom Vanderbilt 2008).

Es común entender la acción de conducir como una actividad sobreaprendida. Horas y horas al volante consiguen que manejemos nuestros vehículos sin apenas tener que pensar en lo que estamos haciendo, lo cual acaba convirtiendo conducir en una tarea aparentemente sencilla. Sin embargo estudios psicológicos revelan que la conducción de un vehículo comprende alrededor de 1500 actividades (Horrey W, Lesch M, Mitsopoulos-Ruben E, et al. 2014). Por lo tanto es comprensible que tras una clase de prácticas de conducir, el sudor empape la camisa de la mayoría de los alumnos de autoescuela. La tensión inicial irá disminuyendo a medida que transcurran las sesiones de prácticas. Si hubiera que analizar de forma consciente cada movimiento y cada riesgo potencial en la calzada, solo los conductores profesionales ocuparían las carreteras. Y no existirían los atascos. 

Por otro lado, la automatización de las habilidades para conducir también tiene sus problemas. La monotonía induce a desviar la atención hacia otras tareas. Los conductores ocupan el 30% del tiempo que permanecen al volante en acciones que nada tienen que ver con conducir (NHTSA 2008). Además los nuevos adelantos tecnológicos incorporados  a los vehículos agravan el problema. Incrementan la comodidad al mismo tiempo que fomentan la monotonía. Atender una llamada al volante resulta incluso más peligroso que conducir en estado de embriaguez, tal como demostro hace años el equipo del psicólogo David Strayer. En su estudio no se mostraban diferencias entre los conductores que atendían a sus llamadas mediante el teléfono móvil de aquellos que empleaban el manos libres para ello. La causa de la distracción está en el esfuerzo para concentrarse en las palabras y los sentimientos del interlocutor y no en la manipulación del aparato en sí (Strayer D, Drews F, Crouch D 2006).

La monotonía, la automatización de la actividad de conducir y la concentración, no son los únicos problemas en el manejo de un vehículo. El aislamiento en el vehículo contribuye a que individuos en principio pacíficos pierdan los papeles en la carretera. El anonimato y la falta de contacto personal facilitan la agresividad. El tipo de cabina de nuestro vehículo, descapotable o cerrada, parece influir más en el estilo de nuestra conducción que nuestra personalidad. Así lo muestra una investigación llevada a cabo por Ellison y su equipo con 289 sujetos. En esta publicación los autores observaron que los participantes mostraban un comportamiento distinto dependiendo de si conducían un descapotable con la capota extendida o retirada. Siendo más agresivos en su estilo cuando conducían con la capota extendida que retirada. Sorprendentemente, la personalidad del conductor no influyó. Los articipantes a los que momentos antes se había identificado como personas bastante serenas, condujeron con la capota echada de forma tan agresiva como los individuos calificados de irascibles (NHTSA 2004).   

Quizás se podría hacer algo más para mejorar la atención y la actitud al volante en la enseñanza de conducir, aparte del aprendizaje de normas, códigos de circulación y la práctica con el vehículo. 

BIBLIOGRAFÍA

-Horrey W, Lesch M, Mitsopoulos-Rubens E y Lee J. Open Access, Creative Commons license Calibration of skill and judgment in driving: Development of a conceptual framework and the implications for road safety. Accid Anal Prev 2015; 76:25-33.

-National Higway Traffic Safety Administration (NHTSA). Driver distraction: a review of the current state of knowledge. DOT HS 2008.

– National Higway Traffic Safety Administration (NHTSA). Aggressive driving enforcement. DOT HS 2004.

-Strayer D, Drews F, Crouch D. A comparison of the cell phone driver and the drunk driver. Human Factor 2006; 48:381-391.

-Vanderbilt T. Traffic: Why We Drive the Way We Do (and What It Says About Us), Knopf, 2008.